lunes, 4 de mayo de 2009

18 BENJAMIN FRANKLIN Y EL AJEDREZ


La fotografía del encabezado del BLOG nos muestra a Benjamin Franklin jugando ajedrez con Lady Howe. El cuadro es de Edward Harrison May (1824 - 1887) pintor de Reino Unido.

Benjamin Franklin en su multifacética y genial vida dedicó también tiempo a la práctica del ajedrez. Incluso escribió un agradable texto sobre la etica del juego.
El siguiente texto de Franklin es una verdadera reflexión sobre el ajedrez y la vida. El texto ha sido ligeramente adaptado de la excelente traducción de Fernando Pedró en www.metajedrez.com.ar:

LA MORAL DEL AJEDREZ

Por: Benjamin Franklin

Escrito en 1779

El Ajedrez es el juego más universal y antiguo conocido entre los hombres; su origen está más allá de la memoria de la historia, y ha sido para innumerables generaciones el entretenimiento de todas las naciones civilizadas de Asia: los Persas, los Indios, y los Chinos. Europa lo ha tenido por algo más de mil años; los Españoles lo han esparcido sobre su parte de América, y recientemente empieza a hacer su aparición en estos Estados. Es tan interesante en sí mismo, como para que no sea necesaria la visión de una ganancia material para inducir a practicarlo; y de allí que nunca se juegue por dinero. Aquellos, por lo tanto, que tienen ocio para tales diversiones, no pueden encontrar una que sea más inocente; y el siguiente texto, escrito con intención de corregir algunas pequeñas indecencias en su práctica (entre unos pocos jóvenes amigos), muestra al mismo tiempo que puede ser, en sus efectos sobre la mente, no meramente inocente, sino ventajoso, tanto para el vencido como para el vencedor.
El Juego del Ajedrez no es meramente una vaga diversión. Varias cualidades muy valiosas de la mente, útiles en el curso de la vida, podrán ser adquiridas o reforzadas con él, hasta llegar a ser hábitos, listos en toda ocasión.
La Vida es una clase de Ajedrez, en que tenemos a menudo puntos para ganar, y competidores o adversarios con los que contender, y en donde hay una vasta variedad de acontecimientos, buenos y malos, que son, en algún grado, los efectos de la prudencia o la necesidad de ella. Jugando al ajedrez, entonces, podemos aprender:

I. Previsión, que mira un poco hacia el futuro, y considera las consecuencias que puede tener una acción; lo que le ocurre continuamente al jugador, "Si muevo esta pieza, ¿cuáles serán las ventajas de mi nueva situación? ¿Qué uso puede hacer mi adversario de ella para molestarme? ¿Qué otros movimientos puedo hacer para sostenerla, y para defenderme de sus ataques?"

II. Circunspección (prudencia, juicio), que inspecciona el tablero de ajedrez entero, o la escena de la acción, las relaciones entre las numerosas piezas y situaciones, los peligros a los que cada una de ellas está expuesta, las distintas posibilidades de apoyarse entre ellas, las probabilidades que el adversario pueda hacer éste o aquél movimiento, y ataque ésta o la otra pieza; y qué diferentes medios se pueden utilizar para evitar su golpe, o hacer tornar sus consecuencias contra él.

III. Cuidado, no hacer nuestros movimientos demasiado apresuradamente. Este hábito es adquirido mejor observando estrictamente las leyes del juego, tales como:
"Si usted toca una pieza, usted la debe mover a algún lugar; si usted la soltó, usted debe dejarla ahí"
y, por lo tanto, cuanto mejor se observen estas reglas, el juego llega a ser más la imagen de la vida humana, y especialmente de la guerra, en que, si usted se ha puesto incautamente en una posición mala y peligrosa, no va a poder obtener permiso de su enemigo para retirar a sus tropas, y colocarlas en un lugar más seguro, pero debe asumir todas las consecuencias de su temeridad.

Y, por último, aprendemos por el ajedrez el hábito de no ser desalentados por las actuales malas apariencias en el estado de nuestros asuntos, de esperar un cambio favorable, y de perseverar en la búsqueda de recursos. El juego está tan repleto de acontecimientos, hay tal variedad de cambios en él, su suerte está tan sujeta a vicisitudes repentinas, y uno frecuentemente, después de la reflexión, descubre los medios de salir de una dificultad supuestamente insuperable, y tiene el valor de continuar la contienda hasta el final, con esperanzas de victoria por nuestra propia habilidad o, por lo menos, de obtener un mate ahogado por la negligencia de nuestro adversario.
Y quienquiera que considere, lo que en ajedrez es común ver, que logros éxitosos son pueden producir la presunción, y su consecuencia, la falta de atención, frecuentemente debe su derrota a su ventaja anterior, mientras que las desgracias producen más cuidado y atención, por las cuales la pérdida se puede recuperar, y se aprenderá a no estar demasiado desanimado por el presente éxito del adversario, ni a desesperar por la buena fortuna final, por cada pequeño jaque que reciba en su persecución.
Que podamos, por lo tanto, ser inducidos más frecuentemente a elegir esta diversión beneficiosa, en preferencia a otras que no tienen las mismas ventajas, cada circunstancia que pueda aumentar los placeres hacia su práctica se debe considerar; y cada acción o palabra que sea injusta, irrespetuosa, o que de alguna manera pueda dar intranquilidad, se debe evitar, siendo contraria a la intención inmediata de ambos jugadores, que es pasar el tiempo agradablemente.
Por lo tanto, antes que nada: si se concuerda en jugar según las reglas estrictas, entonces esas reglas deberán ser observadas exactamente por ambos bandos.
En segundo lugar, si se concuerda en no observar las reglas exactamente, pero un bando demanda indulgencias, entonces debe estar dispuesto a permitirlas al otro. Tercero. Ninguna jugada ilegal debe ser hecha jamás para salir de una dificultad, o para ganar una ventaja. No puede haber placer en jugar con una persona a la que alguna vez se detectó en tales prácticas injustas.
Cuarto. Si su adversario se tarda en jugar, usted no lo debe apurar, ni expresar ninguna intranquilidad por su demora. No debe cantar, ni silbar, ni mirar su reloj, ni tomar un libro para leer, ni golpetear con sus pies en el piso, ni con los dedos sobre la mesa, ni hacer ninguna cosa que pueda perturbar su atención. Porque todas estas cosas desagradan; y ellas no muestran su habilidad para jugar, pero sí su astucia u ordinariez.
Quinto. No debe intentar entretener y engañar a su adversario fingiendo haber hecho malas jugadas, y diciendo que usted ahora ha perdido el juego, para que él se sienta seguro y se descuide, y esté poco atento a sus estratagemas; porque esto es un fraude y engaño, no habilidad en el juego.
Sexto. No debe, cuando ha ganado una partida, utilizar cualquier expresión triunfante o insultante, ni demostrar demasiado placer; pero debe intentar consolar a su adversario para que quede menos disconforme, con cualquier expresión civilizada que se puede utilizar con la verdad, tal como, "Usted entiende el juego mejor que yo, pero es un poco desatento; o, "Usted tuvo mejor juego, pero algo sucedió para desviar sus pensamientos, y eso jugó en mi favor."
Séptimo. Si usted es un espectador mientras otros juegan, observe el más perfecto silencio: porque si usted da un consejo ofende a ambos jugadores; aquel contra quien usted lo da, porque puede causar la pérdida de su juego; y el otro, a quien favorece, porque, aunque sea bueno, y él lo sigua, pierde el placer que podría haber tenido, si le hubiera permitido que él pensara hasta que se le ocurriera.
Aún después que una jugada o varias, usted no debe, moviendo las piezas, mostrar cómo se podría haber jugado mejor: porque desagrada, y puede haber disputas o dudas acerca de la verdadera posición.
Toda charla con los jugadores disminuye o desvía su atención, y es por lo tanto desagradable: ni le debe dar la mínima pista a algún jugador, por cualquier clase del ruido o movimiento. Si usted lo hace, es indigno de ser un espectador. Si usted tiene en mente ejercitar o mostrar su juicio, hagalo al jugar su propia partida cuando tenga una oportunidad, no en criticar, o entrometerse, o aconsejar en el juego de los otros.
Por último. Si el juego no fuera jugado rigurosamente según las reglas ya mencionadas, entonces modere su deseo de victoria sobre su adversario, y sea agradecido con alguien que lo supere. No aproveche con ansia cada ventaja ofrecida por su inhabilidad o falta de atención; pero indíquele amablemente, que con esa jugada coloca o deja una pieza amenazada y no defendida; que con esa otra pondrá a su rey en una situación peligrosa, etc. Por esta generosa cortesía puede suceder verdaderamente que usted pierda el juego con su adversario, pero usted ganará, lo que es mejor, su estima, su respeto y su cariño, junto con la aprobación silenciosa y buenos deseos de los espectadores imparciales.

sábado, 2 de mayo de 2009

17 Ajedrez y cultura




Foto árabes jugando ajedrez: plus.maths.org

En el sitio www.tabladeflandes.com (Sección Artículos/Cultura) o en este otro sitio: http://www.ajedreznd.com/CULTURA.html, FRANK MAYER tiene una sección que vale la pena visitar.
Si tiene dificultades para hallar los artículos, también puede buscar en google: Ajedrez y Cultura, Frank Mayer.
Con una muy agradable ambientación artística fotográfica, y con recursos técnicos agradables de la web (las partidas se pueden visualizar en la pantalla), Frank Mayer ofrece lecturas muy amenas. En la foto, Mayer es el jugador de lentes que aparece en primer plano, jugando en unas simultáneas contra el campeón mundial Kramnik, en el 2004

Y complementemos con uno de los artículos de la Tabla de Flandes donde Mayer nos ofrece un relato humorístico, en el paraíso, donde famosos ajedrecistas del pasado discuten. Es una colaboración de Roberto Pagura, adaptado por Mayer para la culumna citada.

AJEDREZ EN EL PARAISO

Presentamos a continuación, las opiniones de los grandes maestros en ocasión del debate que sobre el ajedrez tuvo lugar en el Paraíso. Actuó como presidente y moderador el Maestro Guillermo Steinitz e integraron el Consejo de Ancianos los Maestos Bilguer, Greco y Damiano.

Steinitz: Iniciamos la sesión plenaria.
Es nuestro propósito buscar la esencia del ajedrez.

¿Qué es el ajedrez? ¿Cuál es la verdad?

Philidor: ¡Son los peones! Ellos son el alma del ajedrez.
Anderssen: ¡Mentira! No hacen más que estorbar. Yo los regalo todos con mis gambitos. El verdadero arte en el ajedrez radica en las combinaciones.

Morphy: ...que brillaron por su ausencia en nuestro match. Es en el dominio del centro del tablero donde comienza la verdad.

Blackburne: El ajedrez es un arte. Yo siempre busqué dar valor artístico a mis partidas.

Pillsbury: Pero rara vez te resultó. ¿Verdad?

Nimzovich: ¡Estos viejos siempre tercos con sus ideas prehistóricas! ¿Que todavía no han leído “Mi Sistema”? FOTO

Staunton: ¡Señor Presidente, Señor Presidente, protesto! El maniático Señor "Profilaxis Preventiva" nos insulta de nuevo. ¿Cuánto tiempo tendremos que soportar sus impertinencias?

Lasker: Nunca llegamos a conclusión alguna. Señor Presidente, sugiero que Capablanca, Alekhine y yo, en una reunión confidencial, decidamos la cuestión. No en vano somos "Los Tres Grandes".

Rubinstein: ¡Claro! Nunca quisiste jugar un match conmigo.

Maroczy : No lo hubiera soportado un mes frente a mí fumando sus fuertes cigarros y echando las cenizas en cualquier parte, lo mismo sobre el tablero que sobre la ropa.

Steinitz: Señores, las alusiones personales están prohibidas. La próxima vez expulsaré al infractor.

Morphy: (riendo) ¿Quién será, quién será?.

Tarrasch: Durante muchísimos años, como todos Ustedes saben, yo fui el teórico número uno del ajedrez y desarrollé muchas teorías como la de los dos alfiles...

Chigorin: ¿Qué objeciones me le ponen a los dos caballos?

Tarrasch (haciendo caso omiso)...y del centro de peones...

Nimzovich: ¡A otro pero con ese hueso! Ahora va a pretender de nuevo que el PD aislado representa una fuerza dinámica. ¡Bah! Basura.

Marshall: El Dr.Tarrasch no ha dicho eso.

Nimzovich: (excesivamente irritado) No. ¡Pero amenaza con hacerlo!

Lasker: Al Dr.Tarrasch le falta la pasión que azota la sangre.

Tarrasch: Para Ud, Señor Lasker, sólo tengo dos palabras : ¡Jaque y mate!

Sämisch: Tengo la impresión de que no le damos la debida importancia al aspecto psicológico del ajedrez. Me acuerdo del día en que fueron a mi habitación del hotel a cobrar una cuenta. Pagué y en seguida pregunté a Alekhine si también a él le habían cobrado. "Sí", me contestó, "y acto seguido saqué al camarero a patadas". Desde aquel día supe que yo nunca llegaría a ser campeón mundial.

Capablanca: Desde que Alekhine tiene sus satélites...

Réti: A decir verdad, no seríamos pocos en votar por el ajedrez ultramoderno.

Steinitz: Señores, nuestra decisión debe ser unánime.

Tarrasch: Una cosa es segura: hay que tener lástima con los hombres que no juegan ajedrez, porque el ajedrez, como el amor y la música, tiene la virtud de hacer feliz al hombre.

Lasker: ¡Ah! El día que jugué con Chigorin en el Torneo de París de 1900, un hombre estaba casi encima de nuestro tablero, embriagado evidentemente, mientras gritaba que aquella reunión de hombres inútiles era la vergüenza de París en el momento en que se celebraba la Feria Universal de los Adelantos del Hombre. "¿Acaso es esto" y señalaba para las mesas, "lo que nos quieren presentar como una muestra de ese avance?"

Janowsky: No era un hombre feliz. Pero para mí, el único interés es el medio juego donde puedo dar mate al rey contrario.

Tartakower: El que comete el penúltimo error gana la partida.

Stein: Yo me desarrollé en la escuela soviética de ajedrez, que tuvo un enfoque muy científico. Últimamente, "abajo" están clasificando todo el juego con los famosos Informadores y Enciclopedias. Además, las computadoras...

Capablanca: ¡Esa es la muerte del ajedrez! Pronto todo se concentrará en los libros y las máquinas jugarán la partida perfecta.

Ragosin: (irritado) Eso mismo dijo Ud. hace más de 50 años.

Kmoch: Tengo un hermoso final para Ud., Señor Capablanca.

Réti: Ni se lo enseñes. Capablanca resolverá tu composición aún antes de que termines de colocar todas las piezas.

Alekhine: ¿Quién sería el chistoso que llamó "juego" al ajedrez?

Spielmann: Quizás deberíamos empezar por definir qué “No” es ajedrez.

Keres: No es una trata de blancas ni una merienda de negras.

Steinitz: ¡Sáquenlo! Siete partidos contra Petrosian como castigo.

Rubinstein: No existe tanto misterio en diez asesinatos como en una sola partida de ajedrez.

Bogoljubow: No para mí. Con blancas gano porque llevo blancas. Con negras porque soy Bogoljubow.

Alekhine: Alguna vez los hombres tuvieron que ser semi-dioses; si no, no hubieran podido inventar el ajedrez.

Vidmar: Hablando de semi-dioses, la verdad es que el tal Fischer...

Alekhine: ¡A mí me hace...! Digo ... ¡Le haría talco!

Sämisch: Alekhine sabe. Nosotros ensayamos.

Kmoch: Pues Capablanca tiene sentido del ajedrez hasta en la punta de los dedos.

Ruy López: Ah, la vanidad de estos jóvenes, siempre la vanidad.

La Bourdonnais: Por eso le pusiste Ruy López a tu apertura, ¿no?

Tartakower: Si el ajedrez es lucha, el mejor es Lasker; si el ajedrez es ciencia, el mejor es Capablanca; si el ajedrez es arte, el mejor es Alekhine.

Carlos Torre: En mi tierra alguién dijo: "El ajedrez es deporte, arte y ciencia. Analizada jugada a jugada, la partida es una ciencia; en su conjunto es una obra de arte; a nivel competitivo es un deporte".

Philidor: Mis peones...

Chigorin: ¡Al diablo...! Perdón...quise decir, mis caballos!

Tarrasch: ¡La pareja de alfiles!

Nimzovich: ¡La profilaxis preventiva!

Alekhine: ¡El ataque!

Maroczy: ¡La defensa!

Znosko-Borovsky: ¡El plan!

Lasker: ¡La lucha!

Stein: ¡La iniciativa!

Réti: ¡Los problemas!

Marshall: ¡Las celadas!

Kmoch: ¡El dúo!

Steinitz: (contagiado) ¡La estrategia!

Rubinstein: ¡Los finales!

Capablanca: ¡La simplificación!

Anderssen: ¡La combinación!

Morphy: ¡El desarrollo!

Janowsky: ¡El jaque mate!


De repente, se escucha un trueno, seguido de rayos y centellas:

Steinitz: ¡Todos fuera! Es Dios y le voy a dar un peón de ventaja de la salida para nuestra partida.

Cortesía Arqto. Roberto Pagura, Buenos Aires (Nuestro Círculo y ajedrezencolumbia.com/frey)

Sitges-Barcelona, febrero de 2009